El 21 de febrero 2016 el pueblo boliviano fue convocado a participar del referéndum Constitucional donde se le consultó por el SÍ, o por el NO, a la reforma parcial de la Constitución Política del Estado en su artículo 168, para que los presidentes o presidentas puedan ser reelectos por dos periodos continuos y así, Evo Morales y Álvaro García Lineras hayan tenido la posibilidad de repostularse como candidatos en las elecciones del 2019.
El Referéndum tuvo una definición de infarto en su resultado, el escrutinio de papeletas mantuvo hasta el último momento la atención del país, que vigilante siguió el trabajo del Tribunal Supremo Electoral. La postura que tomaron los del SÍ, de no reconocer la derrota en primera instancia y esperar lo oficial, tensionó el ambiente político y partidario en especial. La falta de credibilidad, la poca confianza de la población hacia el trabajo del Tribunal Electoral, cuestionado por su accionar en anteriores procesos eleccionario fue otro motivo para que el ambiente se torne tirante y hostil , en los cómputos oficiales ganó el NO, por más de 165 mil votos en todo el país, resultado que tiene varias connotaciones y reflexiones a considerar.
En primer lugar, estas prácticas de democracia directa y participativa, fortalecen nuestro joven sistema, aunque votar no es la democracia en sí ya que ella va mas allá, es un estilo de vida, implica un sistema de libertades tanto de opinión, de expresión, libertad de pensamiento, de disentir, de decidir, de ejercer ciudadanía en todo el territorio nacional, en sí es un modo de vida, es creer en la independencia de los poderes, el respeto a la Constitución Política del Estado y a los derechos del ser humano en general, donde alternancia y contrapesos son las bisagras que hacen que este sistema de libertades funcione.
En segundo lugar, resaltar el alto grado de madurez del pueblo boliviano que acudió masivamente a los recintos electorales a cumplir con su obligación democrática, aún con la desconfianza en el trabajo del tribunal Supremo Electoral, jóvenes, adultos y familias enteras hicieron de este referéndum un día de alegría y regocijo, destacar el civismo y el compromiso de los ciudadanos con el futuro del país.
En tercer lugar, así como nos gusta que nos consulten, que nos den la posibilidad de decidir, también debemos cuestionar el alto costo que tuvo este proceso de referéndum, que bordea los 155 millones de bolivianos, dinero que bien pudo ser utilizado, por dar un ejemplo, en el tema de la salud, o en seguridad ciudadana, que son dos ítem golpeados por la necesidad. Y nos queda la pregunta… ¿Era tan necesario realizar el Referéndum?…..También cuestionar las millonarias campañas de propaganda política que tomaron las diferentes redes de prensa escrita, radio y televisión, llegando hasta el hastío. La ausencia de argumentos, propuestas, fue reemplazada por los bailes, eslogan y por los sonoros jingles. Y nos queda otra pregunta… ¿De dónde sale el dinero para pagar tanto circo?. Existe la necesidad de transparentar los recursos de las campañas, saber de dónde vienen, cuál es el origen de ese dinero.
Para finalizar, resaltar la sangre nueva que aporta la juventud, que se adueñó de este Referéndum mediante las redes sociales, donde se expresaron con total libertad y irreverencia, tanto para apoyar, defender la opción de su preferencia o para denunciar irregularidades o informar de lo que sucedía con la votación dentro y fuera del país. Fueron estas mismas redes sociales las culpables, según el presidente Evo de la derrota del SÍ, fue esta juventud la que cuidó, defendió y pidió que le respeten su voto, hecho digno de destacar y resaltar. El poder de la juventud con las redes sociales como herramienta de información ciudadana será determinante en el futuro, en todo proceso democrático eleccionario.
En conclusión la victoria del NO es un claro mensaje de condena a la forma de cómo los gobernantes de turno están administrando los temas públicos, es un rechazo a la soberbia de nuestros líderes políticos, es un rechazo al prorroguismo a hechos de corrupción que no se han esclarecido. Esta derrota del SÍ es una defensa a los principios de alternancia de la democracia, es un claro mensaje a la clase política en general, de que ya es hora de que hagan las cosas bien, basta de usar el voto del pueblo, basta de corrupción, basta de tráfico de influencia, basta de dividirnos. Esta derrota del SÍ, es un pedido del soberano, de respeto a las leyes, a la independencia de poderes, en definitiva esta victoria es un grito desesperado de los bolivianos de construir una Bolivia para todos.